domingo, 23 de noviembre de 2014

lavamanos y lacayos


Mientras España llora a una Duquesa "que se saltaba todas las normas" y se les olvida que además de ser un personaje divertido poseía unas tierras repartidas por ayudas reales y cambiadas por pleitesía y le aplauden, todos esperan la salvación con PODEMOS.

Pero España y el mundo sigue desvelando tramas y corrupciones mientras todos miran para otro lado y se tapan la nariz.
Es inaudito las encíclicas de los prebostes Botín a través de El País "su casi-periódico al que han tenido que dar cancha por toda la deuda que les adeuda.

PASEN Y LEAN A SOR PATRICIA:

...el mensaje de la presidenta del Santander era legítimo en tanto en cuanto incide en que “los bancos existen para contribuir al progreso de las personas y las empresas. Está en nuestra mano apoyar el crecimiento, generar riqueza, crear puestos de trabajo e invertir en la sociedad en la que desarrollamos nuestra actividad. Si no cumplimos nuestra función, no progresan ni los bancos ni la sociedad a la que servimos. Y si actuamos con negligencia se destruye la confianza de la sociedad. Demasiados banqueros perdieron de vista su función básica antes de la crisis. En Santander, queremos hacer una banca sencilla, cercana y transparente”.

La presidenta del mayor banco de España expone en un periódico de la que es accionista los nuevos principios de la banca sin mostrar el más mínimo arrepentimiento por el dinero perdido por clientes y accionistas por la gestión de la familiaPrincipios loables que, no obstante, habría que preguntarse por qué la nueva dama del primer banco de España no aplicó en los años recientes cuando su entidad, de la que ha sido consejera desde 1988, se vio envuelta en escándalos que hicieron perder dinero a sus clientes, amén de quilates de reputación. Nos referimos al corralito del Banif Fondo Inmobiliario, pérdida del 40% en Valores Santander, Lehman Brothers, Madoff Optimal, etc… así como al propio apellido -2.000 millones en Suiza con la misma excusa que utiliza ahora Jordi Pujol, herencia olvidada-.  

Ni ahora el más mínimo reconocimiento de culpa, de arrepentimiento, de pedir disculpas por parte de la familia Botín porque cuando habla de los banqueros que “perdieron de vista su función básica antes de la crisis” habla de un plural impersonal, de unos señores no identificados, de esos supuestos directivos que antepusieron sus intereses personales a los de sus stakeholders, palabra de moda en el mundo financiero que incluye a accionistas, clientes, proveedores y empleados.

Porque una cosa es predicar y otra dar trigo. Está muy bien hablar de cuidar a los empleados y luego prescindir de 4.000 por la integración de Banesto; de velar por los intereses de los accionistas, pero haberles diluido hasta la saciedad con tanto dividendo en papelitos y no en dinerito (el número de acciones ha pasado de 7.994 millones a 11.998 mientras el beneficio se ha dividido casi entre dos). 
Si el expresidente de Bankia reconoce que no se sabía la ley de cajas, ni si tributaba o no a Hacienda por las tarjetas black, ni cómo funcionaban los mercados de capitales, ¿cómo le ha tenido el Santander como asesor internacional? Es evidente que una sociedad capitalista como la occidental necesita bancos sanos, que presten dinero, su labor principal milongas aparte, que antepongan la relación largoplacista con el cliente al cortoplacismo de los hedge funds ante los que se ha plegado tanto directivo motivado por unos bonus millonarios e indecentes, por unos planes de pensiones de 90 millones, como el que tenía Alfredo Sáenz. Equilibrio entre los beneficios y los valores.

Cuando el presidente de un banco se mete a columnista, a escritor, a periodista, cuando alquila por un día la página relevante de un periódico para difundir sus ideas sobre cómo debe ser el sistema financiero del futuro, la curiosidad se pone en guardia. Cuando ya no es solo un banquero, sino una familia entera, la singularidad acentúa las suspicacias sobre qué pretende el banco y el papel del medio de comunicación. (El Confidencial)

Y cuando el Presidente de ese periódico habla de las tropelías que se han cometido, como si el fuera Pilatos lavándose las manos en un curioso editorial días atrás, algo está pasando y más que va a pasar sin que ellos se den por enterados.


(foto partisana)

jueves, 13 de noviembre de 2014

teclas para controlar mejor tus deseos.



Ser felices por siempre, inmortales, no sufrir dolor y olvidarnos de las enfermadades: alguna vez, quizás, la ciencia resuelva los verdaderos problemas de la Humanidad. Mientras tanto nos entretiene con parches a nuestros dilemas existenciales. La tecnología ocupa como nunca en nuestra sociedad un lugar central. Paradójicamente, no surgieron en los últimos ¿diez?¿veinte? años verdaderas innovaciones. Piensen: tablets y smartphones, son versiones sofisticadas y mejoradas de la computadora personal de los ’80. Televisores LED, 4K: variantes optimizadas de la vieja caja boba del siglo pasado. 

Cocinamos, comemos, dormimos, nos bañamos, tenemos sexo, practicamos deportes, bailamos más o menos igual que nuestros padres. Todavía no apareció ningún Steve Jobs que lograra mejorar al tenedor o la cuchara, que acompañó a la humanidad a lo largo de casi toda su historia.


Por eso, sé que es difícil, pero no nos dejemos engañar con el nuevo procesador o la tablet dos milímetros más finita. La verdadera revolución tecnológica todavía no pasó y ni siquiera nuestra imaginación supone cómo será. Bah, todos soñamos un futuro idílico, donde los autos vuelan, no hay más guerras y no engorda comer cosas ricas, y los libros los tenemos almacenados en nuestras cabezas, basta cerrar los ojos y aparece en nuestro cerebro "El gran Gastby"
 
Lo que además estaría bien que tuviesemos un teclado para la vida real. No tanto para escribir, sino para usar los atajos que tanta utilidad prestan en la vida virtual. Veamos:


Control N: el atajo que sirve para abrir un nuevo documento en Word o una nueva ventana en el navegador y que para mi es sinónimo de lo nuevo. En la vida real me lo imagino como un facilitador de las distintas vidas que podríamos vivir. Apretando Control N podrías lograrlo.


Control Z: este atajo sirve para deshacer nuestros errores. Sería la versión más acotada del anterior. ¿Le dijiste a tu pareja una frase desafortunada? Control Z y todo vuelve para atrás. ¿Pediste un plato en el restaurant que no estaba bueno? Control Z te permite elegir de nuevo y tu estómago vuelve a estar vacío. ¿Llevaste a la fiesta un vestido idéntico al de otra chica? Control Z, y a seleccionar otro modelo.


Control C/Control V: ¿no les gustaría un portapapeles en la vida real? No más maletas o bolsos: copiamos su contenido y lo pegamos cuando lo necesitamos. Y a nosotros mismos: nos copian en Buenos Aires y nos pegan en Tokio, sin las tediosas horas de vuelo.


Control F: por este atajo, equivalente a la búsqueda en el mundo virtual, todos pagaríamos fortunas. Para encontrar un objeto perdido (“Control F / Buscar control remoto”), sí. Pero también,para encontrar un lugar disponible para estacionar, para realizar y encontrar el trabajo perfecto y, si no es mucho pedir, encontrar al amor de nuestras vidas.(Diego Rottman)

lunes, 10 de noviembre de 2014

un mundo poblado de alienados




... ¿Somos la cultura de la ansiedad y la depresión?
Da la impresión de que sí. Y además desde hace tiempo. Sería conveniente detenerse a pensar por qué nuestra propia cultura nos deprime por un lado, y por otro nos llena de ansiedad. ¿Qué mecanismo venenoso está como imbricado en el sistema generando desdicha desde su mismo centro?
El paso adelante, de darse, tendría que ser un paso tan valiente como sopesado, y atañe a la estructura del alma: se trataría de dejar atrás la melancolía, con sus sudarios y sus banderas, dejar atrás "la locura negra que todo lo ve gris".
Y se trataría de volver la mirada una vez más hacia Grecia. Asombrosamente, todos nuestros renacimientos empiezan en ella. Para una parte de nuestra cabeza y una parte de nuestro sistema mental y cultural, Delfos sigue siendo el ombligo del mundo, y en Delfos podía leerse una consigna: "Conócete a ti mismo". Un gran consejo, también para nuestra época si no fuera porque la ansiedad y la depresión son las peores guías para llegar a uno mismo.

El mundo se va poblando de alienados que no saben que lo son, y asombra la inconsciencia general mientras nos vamos acercando a una dimensión de la que preferimos apartar los ojos, en parte porque la tenemos cada vez más cerca.
Hablaba de Delfos y del recurso a las luces del pasado, pero ¿y si se tratase ya de luces de una estrella muerta? Entonces nos veríamos obligados a inventar el futuro sin la ayuda de gramáticas antiguas pero no de cualquier manera, sabiendo que de nada sirven las huidas hacia adelante, que curiosamente siempre acaban siendo fugas hacia el pasado, por esa extraña ironía que suele tener la Historia con los pueblos que no aprenden de su propia historia.

La melancolía no es solo una enfermedad del alma, es también una pasión que invita a la disgregación, de hecho el mundo es pura disgregación cuando se observa desde los ojos de la depresión, y sobre todo en su última fase, denominada "melancolía clásica aguda". Se ve muy bien en la Carta a Lord Chandos, de Hugo von Hofmannsthal. Esa locura negra que todo lo ve gris fragmenta la conciencia de las cosas, en realidad la hace imposible, y no se percibe la unidad del Mundo, solo se perciben millones de imágenes rotas, solo se percibe una especie de dispersión infinita de la materia viva y la materia muerta. Al mismo tiempo el yo se achica y busca refugio en la muerte, en los casos extremos, o busca refugio en la masa, en los casos más leves.

Decían los pitagóricos que los hombres eran desdichados porque no conocían a la diosa que los guiaba: la Discordia. Cabe decir lo mismo de la Melancolía, diosa que nos guía desde hace siglos, que está determinando nuestra historia y que no conseguimos erradicar porque no atacamos la enfermedad que produce esa enfermedad. Puede que el mal esté en el corazón mismo de nuestro sistema, puede que no, o puede que no sepamos por qué nos pasa lo que nos pasa, y eso sería en realidad lo más trágico.

(fragmento de un texto de Jesus Fererro)  

(fotografía partisana)